Hace tiempo que no vengo por aquí, pero intentaré volver con algo más de frecuencia. En esta vuelta, quiero reflexionar sobre una cuestión que escucho constantemente cuando me llaman a preguntar sobre mis servicios: «cuántas veces me puedo correr», cómo si practicar un encuentro sexual se redujera todo el tiempo a correr y competir por el orgasmo y lo que importara fuera la cantidad y no el proceso, pero…¿y si no te corres? ¿ya no es sexo? ¿es un fracaso?.
En Instagram sigo la cuenta @dandolacharla de una sexóloga que reflexionaba sobre esto justamente:
«¿Tarea o deseo? La dicotomía sobre la competencia y la apetencia.
A menudo, sin darnos cuenta, aplicamos a nuestros encuentros la misma lógica de productividad y rendimiento que rige nuestro mundo laboral. Este enfoque que podríamos llamar abordar los encuentros «desde la competencia», nos lleva a ver la intimidad como una tarea con metas claras (el orgasmo, por ejemplo) y a medir el ‘éxito’ en función de si se alcanzan o no. La ética del trabajo nos impulsa a esforzarnos, a cumplir objetivos. Si trasladamos esto a la intimidad de la pareja, corremos el riesgo de convertir en obligación, lo que, en realidad, es juego. Frente a esta visión, podríamos hablar de vivir los encuentros ‘desde la apetencia’. Esto implica conectar con los deseos, atracciones y curiosidades hacia el otro, sin la presión del rendimiento. Es una aproximación más lúdica, donde los amantes no trabajan, sino que juegan. El objetivo no es tanto alcanzar una meta predefinida, sino explorar, sentir, comunicar y disfrutar del proceso en sí mismo. Abordar los encuentros desde la apetencia se alinea con el concepto del ‘ars amandi‘ (arte de amar). Es un epacio para la fragilidad, donde la intimidad se crea desde la libertad y el deseo erótico, no desde la obligación o la necesidad de demostrar competencia.»
Me gustaría que vengas a disfrutar conmigo del juego del placer y dejes ahí fuera la obligación y la necesidad de rendir y demostrar competencia.
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«Yo quería ser apetito, mirada y acción. Nunca objeto»
Sara Torres en su libro LA SEDUCCIÓN
